Cómo Bitcoin viene a resolver el problema de tener que confiar en que los que controlan no la fastidien.
Bitcoin requiere lo que el psicólogo suizo Jean Piaget llamó acomodación de la mente para entender algo nuevo que no encaja en los conceptos que ya conocemos. Por mucho que algunos quieran asimilar Bitcoin en lo conocido, es imposible, porque Bitcoin es completamente diferente y nuevo.
¿Y en qué es nuevo Bitcoin?
La tecnología que desarrollamos los seres humanos, desde que inventamos la rueda, ha supuesto en todos los casos avances significativos para cómo nos relacionamos y cómo interactuamos. Bitcoin, como no, es tecnología, completamente nueva. De hecho Bitcoin ha sentado las bases de una revolución tecnológica, llamada cadena de bloques, que, hasta la fecha, es la más importante en lo que va de siglo, o es de las 3 más importantes, siendo la inteligencia artificial y la robótica las otras dos. Si combinamos todas estas tecnologías tenemos una revolución que va a alterar, para siempre, nuestro mundo.
Los algoritmos ya deciden más cosas de las que somos conscientes y la robótica está cambiando las pautas en la industria y la medicina. La cadenas de bloques, con Bitcoin a la cabeza, hacen lo mismo para la administración de bienes, el comercio, cadenas de suministro, certificaciones, identidades, etc.
La novedad es que las cadenas de bloques introducen en su forma más fiel a Bitcoin, un concepto fundamental: la descentralización.
Descentralizar quiere decir que no hay un mando operativo y que todo el sistema se coordina y avanza por consenso, un consenso regido por protocolos que fomentan el buen comportamiento de los actores involucrados. Al mismo tiempo nadie debería poder tomar el control de la red, de modo que ésta funciona por un código que mantiene la lógica que debe permitir interacciones eficientes y satisfactorias para todos. El código de la red, que es a la vez ético y funcional, acaba así con el problema de tener que confiar en intermediarios y reguladores humanos, que suelen estar sometidos a los intereses de grupos de presión con poder.
Si en el siglo XX la lucha se definía por ideologías, el siglo XXI será una competición de protocolos, cada cual presentándose como más eficiente, seguro y escalable, es decir, que permita un creciente número de actores en la red, sin que ésta se vuelva insegura o se congestione. Los protocolos que hoy dominan el panorma ason la prueba de trabajo o POW y la prueba de participación o saldo, POS, con sus siglas en inglés. Por su puesto están surgiendo multitud de variantes, en busca de la eficiencia, la seguridad y la velocidad de las transacciones. Pero lo más importante es que haya descentralización. Porque, de este modo y por primera vez, gracias a la tecnología las barreras a la participación en un ecosistema en el que se intercambian bienes y servicios por medio de contratos inteligentes y la tokenización o digitalización de los bienes, se bajarán significativamente para que una nueva generación de humanos generen inteligencia y riqueza.
Un nuevo mundo.
La revolución que la descentralización por medio de redes públicas y abiertas implica no es un tema baladí, porque va a transformar radicalmente los espacios de poder, de hecho, se puede producir una verdadera guerra de poder que tratará de ocupar los mejores lugares, las cadenas de bloque más poderosas, algunas centralizadas, nacional, gubernamentales, y otras, las que nos interesan, transnacionales, públicas y abiertas, como Bitcoin.
Con todo esto queda claro que estamos ante un cambio que no podremos asimilar en los sistema actuales y que exigirá que nos adaptemos completamente, y para ello debemos comprender que ya no necesitamos poner nuestra confianza en las manos de banqueros y reguladores nacionales para poder interactuar con personas de todo el mundo gracias a redes planetarias prácticamente inviolables y que siguen sus propias reglas, las que podemos aceptar si nos gustan, o irnos a otra red que nos guste más o que ofrezca un entorno que se ajuste más a nuestras necesidades. Y las leyes, las reglas, serán dictadas por sus protocolos, igual que un juego en red.
Tan inmensa y transcendental será esta revolución, que dentro de 50 años el mundo será completamente diferente a los que hoy conocemos y los problemas de confianza que tenemos actualmente con los gobiernos y banqueros, habrán desaparecido, con algo de suerte.
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